Al escribir se anhela el encuentro con todo aquello que llevamos en silencio, esas respuestas que entre todos quizá buscamos, ese elemento que se enriquece con otras expresiones, otras situaciones, otras circunstancias. Así se da el diálogo y conlleva su propio ritmo en diversas modalidades: en sobremesas, en barras libres, en bibliotecas, en cafeterías, en cantinas, en hoteles de paso, ya que no se reduce a la irrestricta autoridad por empatía de la manera como vemos a los demás y también somos vistos reordenados por el poder omnipresente de los indistintos medios de comunicacion y su vision político-empresarial que le confiere el carácter de mercancia a preceptos, ideas, escalas, comportamientos, modas, asociaciones, verdades o mentiras, búsquedas, manifestaciones, vidas públicas como privadas y apologías emotivas que nos dejan solos frente al espejo. Esa necedad coercitiva y multitudinaria donde sociedad y gobierno cohabitan y se complementan; y es que el mundo sigue siendo redondo y las utopías esperan de nosotros creatividad e imaginación. Pero este diálogo informal no pretende influir en tus decisiones como individuo, ni tú en las mías pero que tal un poco de silencio, el que tenemos al alcance de la mano para mitigar con palabras lo que nos rebasa y que en ciertos momentos es dificil entenderlo y explicarnos. Creo que al terminar el día habremos encontrado ciertas afinidades que nos permitirán romper los fríos cálculos de las llamadas encuestas de opinión, a propósito de esa democracia monosílaba del sí o del no, y de que esta conversación termine con un abrazo y un hasta luego.
Sustos en la casona
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Era pasada la media noche, algo así como las 2 de la mañana, hora en la que
dicen vagan las almas. Nunca he sido asustadizo, mi amigo sin embargo si.
Com...
Hace 6 años
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