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lunes, 10 de noviembre de 2008

La ecología según los nazis


Es difícil imaginar que los orígenes de la ecología moderna provienen del nazismo, comandado por Hitler. La sorpresa de esta afirmación, de la unión de nazismo y ecología es producto tanto del desconocimiento general del nazismo y sus mitos del origen, como la superficial idea que se tiene de los movimientos ecológicos, su historia y sus ramificaciones.


Si el nazismo es el mal por definición, y la ecología el bien, no se halla la posibilidad de avanzar y su conexión parece imposible, pero debemos entender que hasta en la más absoluta proyección del mal hay matices (y ésta es una de las grandes enseñanzas del Marqués de Sade) no significa de ninguna manera, adherir a él.


¿De dónde vino esa devoción nazi por el medio ambiente? Tratar de contestar asertivamente esta pregunta sería especular y resultaría pretencioso, pero Federico Kukso nos da algunas pistas: “El desarrollo capitalista y la industrialización desatada con voracidad en el siglo XIX, habían teñido de gris cielos, ríos y pulmones europeos, e infligían una herida narcisista en el tejido cultural alemán. Desde los libros de Goethe hasta las sinfonías de Mahler, los alemanes veían en el bosque la deidad pagana perfecta para venerar y emplazar como sinónimo de la identidad alemana”. Hitler y sus secuaces idearon la naturaleza como recurso posible de ser explotada, con otro tipo de sensibilidad hacia la “Tierra original” o Urlandschaft. Se entiende así como fue que por esas tierras apareciera por primera vez la palabra “ecología” (del griego oikos=casa hábitat, y logos=razón o discurso) en manos del biólogo alemán Ernst Haeckel.


El Ecologismo de Hitler podría haber pasado como una curiosidad, sino fuera por el hecho de que fue durante los primeros años del Tercer Reich cuando se dictaron las primeras leyes ecologistas de la historia, se promulgó la ley de protección de la naturaleza, ésta última que ordenaba la demarcación de “zonas naturales protegidas”.


Un ejemplo del ecologismo permeable entre Hitler y sus seguidores, ocurrió en 1992 en una aldea de Alemania, derribaron 27 árboles alerces dorados; la razón: Si se les miraba desde el aire, formaba una svástica en 60 m. x 60 m. Ésta sobrevivió a la derrota alemana y fue un regalo de un simpatizante del Führer que los sembró en su 49º. Cumpleaños.


“Im neuen Reich dart es keine Tierquë lerei mehr geben” (“En el nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales”). El que lo dijo para sorpresa de muchos fue, Adolf Hitler.
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